Bueno, tras pasar la red-party el viernes en nuestro pueblo, decidimos asistir como todos los años a la tradicional fiesta del mosto, celebrada el último sábado de noviembre.
Dicha fiesta se celebra en
Atajate, el pueblo más pequeñito de la provincia de Málaga, y este año ha sido
la primera vez que hemos alquilado una casa allí para vivir esta fiesta desde
que sale el sol hasta que se esconde.
La llegada al pueblo fue muy
aclamada por algunos senderistas que quedaron prendados de tan semejante
belleza, tanto incluso que ayudaron a descargar el coche a algunas de nuestras
acompañantes.
Al reunirnos todos fuimos a la
plaza a probar ese caldo afrutado tan esperado, y seguidamente nos fuimos a la
casa a terminar de instalarnos, una de las características peculiares de la
casa, es que era más fría que la casa de Pingü, así que salimos a la aventura
en busca de leña para encender la bendita chimenea.
Una vez hecho el reparto de camas
volvimos a la plaza a continuar con la fiesta, acompañados por las diferentes
orquestas que nos hacían mover el esqueleto.
A media tarde, algunos de
nosotros realizamos una coreografía con el organizador de estas fiestas, gran
sorpresa para los allí presentes al no saber nada de lo que iba a suceder. Todos
quedaron muy emocionados y desde aquí agradezco esa adrenalina que nos
transmitieron a la hora de realizar el espectáculo.
Al caer la noche, volvimos a la
casa a cenar, donde las patatas fritas, el mosto y las 5 cervezas no podían
faltar, y allí al pie del fogón nos terminamos de reunir todo el grupo. Algunos
hasta se llevaron un bautizo con agua fría por su ingreso en la banda de
música…
Y una vez animados, vuelta a la
plaza hasta que el cuerpo aguantase, y aguantó hasta las 7 de la mañana, con
juegos como pasa la uva balón, haber quien salta más alto y bailes típicos como
maletero y dónde vas paloma que no hay gavilán…
Lo divertido fue cuando teníamos
que meternos en las camas neveras, pero lo hicimos más ameno con algunas
trastadas como amarrar una bufanda del pomo de la habitación de algunos de
nuestros compañeros a otra, colgándole varias perchas para escuchar así cuando
se levantaban…jajaja
Tras dormir unas horas, las
justas para sobrevivir, desayunamos y limpiamos la casa para dejarla y volver a
la vida del estudiante o trabajador.
En resumen: Un gran finde para
recordar donde gracias a estas compañías el tiempo volaba y la despedida
costaba más…
Michael Macías.