lunes, 25 de junio de 2012

Fin de semana San Juan


Como todos los años, se aproxima la noche de San Juan, noche muy esperada por aquellos estudiantes que terminan los exámenes, trabajadores que desean desconectar un poco de la rutinaria vida que llevamos, o amigos a los que quizás haga tiempo que no veas. Todos con el mismo fin, pasar otra velada más a la luz de la luna, inolvidable para el recuerdo.

El viernes antes de la señalada noche, salimos al pub del pueblo a tomar unas cervecitas tomando el fresco de la noche y revisando que todo detalle esté en regla para el siguiente día.


A las 10 de la mañana, el área de juventud impartía un curso de formación para la manipulación de alimentos, al inscribirse tantas personas, se hicieron 2 turnos, afortunados fuimos los que lo hicimos primero, porque mientras más conocimientos adquiramos, mejor hacemos nuestras comidas. Y hablando de comida el curso terminaba a las 2 y nosotros teníamos que organizarlo todo, así que todo el mundo a sus casas y a coger las maletas que nos vamos…




Este año, como el año pasado, hemos querido pasar esta fiesta en el campo de unos compañeros nuestros, cerca del río, muchas personas lo celebran también en la playa, pero nosotros al tener esta belleza de río tan cerca y la suerte de que la venta san Juan organiza un fin de semana tan especial pues decidimos hacer siempre acampada por estas cercanías.


Una vez situados en la casa, soltamos todas las cosas, comemos y a refrescarnos dándonos un chapuzón en el río, algunos se bañaban más que otros, otros caían de forma casual al agua, y los que verdaderamente se bañaban pues de vez en cuando refrescaban a los "toma-soles", si si esas personas que dicen: voy al río y me activo el modo lagarto…jaja


Tras el chapuzón tocaba ver el partido y acompañar a la roja, mientras unos lo veían otros se peleaban con los colchones inflables para poder descansar a la noche…


Termina el partido y la ducha se convierte en una consulta médica, se forman colas, se coge número y la gente se queja. En este caso por el calentador, más que calentar refrescaba…

¿Estáis todos limpitos y tenéis bien frotadas esas espaldas? Pues viene lo mejor, solo hay un espejo así que las colas del baño ahora se dirigen hacia el pasillo donde estaba el espejo, unos para ponerse las lentillas, otros para peinarse, otras para maquillarse, el cuento era maquearse que había que irse a la gran fiesta y la noche no había hecho más que empezar.


La casa estaba un poco retirada de la fiesta así que para llegar, o bien lo hacías en coche, o te agarrabas una linterna y a caminar carril abajo.

Una vez en la fiesta ya podías decidir si beber para animarte, si bailar más o menos, o pasártelo mejor o peor, la noche era tuya y el final lo escribías tú.


Nosotros aguantamos hasta que pudimos y cada cual iba llegando a casa según iba amaneciendo, la sorpresa fue que cuando llegamos, algún que otro colchón nos había dejado tirados asíque cada vez que llegaba alguien, tocaba despertarse, contar las batallitas y reírse un poco, que al fin y al cabo ese era el fin, pasarlo bien, aunque claro está que a todos no les puede sentar bien eso de que te despierten con risas y cachondeo, así que también surgió una que otra peleilla tonta, eso si, siempre con el fondo de las bandas sonoras de ronquidos de nuestros compañeros.

Tras descansar un poco, picas algo de desayuno, intentas hacer café o te, te tomas tus pastillas contra la resaca o te bebes una piscina de agua para calmar la sed, el cuento es que la gran paella del almuerzo nos esperaba, desde aquí felicito a nuestras cocineras porque salió buenísima.


Y después del almuerzo ya se separaron nuestros caminos, los estudiantes volvían a Málaga, los trabajadores a sus casas, y aquel que podía seguir disfrutando de la tarde pues al río o a seguir con la fiesta en la venta, en fin, otro San Juan más que pasa a formar parte de nuestros preciados recuerdos.



Michael Macías Romero.

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