El ya pasado mes de octubre tuvo lugar la Gran Vuelta
al Valle del Genal, GVVG. Este año yo y unos cuantos de amigos nos animamos a
realizarla, y como no, desde aquí hemos pensado en que ellos mismos nos
contaran un poco su experiencia, en primer lugar comienza nuestro paisano Juan
Antonio Holgado:
Día 25 de octubre de
2014, a las 4 de la mañana suena el despertador. Después de haber dormido unas
tres horas, me pongo en pie para vestirme y darle el ultimo repaso a la mochila
y material que tenía preparado del día anterior, a las 5 había quedado con mis
compañeros en mi bar, la intención era desayunar todos juntos antes de salir
dirección a Benarrabá, el primero en llegar fue Fali, que venía desde Estepona
y llegó un poco antes que los demás que poco a poco fueron apareciendo. De
momento nos encontrábamos desayunando todos (Pablo, Pepe, Fali, Machado,
Fernan, Jakobi, Clin, Tomas, Chori y yo) durante el desayuno, ya empecé a
ponerme bastante nervioso, mis ganas por empezar este gran reto aumentaban de
forma increíble por segundos. Al terminar y después de recoger un poco todo,
nos pusimos a llenar las botellas y los depósitos de las mochilas, que era lo
único que ya nos faltaba. Tomamos dirección a Benarraba repartidos en
diferentes coches, yo me monté con joselin en el latvala de Pablo y comenzamos
el viaje hacia Benarraba, pueblo en el cual comenzaba la carrera.
Al llegar, aparcó Pablo el coche en la cooperativa y nos dirigimos camino de la
plaza del pueblo, ya el ambiente era espectacular, corredores por todos lados,
familiares, amigos... Después de unos minutos por la plaza haciéndonos algunas
fotos para el recuerdo y para el postureo en redes sociales, el speaker, hizo
un llamamiento para que nos dirigiéramos al corralito de salida. Se acercaban
las 7 de la mañana, y aquello estaba apunto de comenzar, la ilusión por ese
propósito que me hice algunos meses antes hacía que la adrenalina me invadiera
el cuerpo.
Allí estaba, en ese cajón de salida con 125km de trail por delante y con mas de
500 valientes que estaban dispuestos a conquistarlos. Con un poco de retraso,
comenzó la tan esperada cuenta atrás, todos coreamos ese: 10,9,8,7,6,5,4,3,2,1
y comenzó la carrera con el pistoletazo de salida.
Desde el primer momento me deje llevar por la emoción y empece a trotar al
ritmo del resto de participantes, cosa que no me había planteado ya que mi
propósito era terminar y por lo cual pensaba andar durante todo el camino.
Bajando hacia el arroyo de Benarraba me encontré con Pablo, que había salido un
poco antes y estaba mas adelantado que el resto de nosotros, junto a él comencé
a bajar ese camino pensando en la primera subida que iba desde el arroyo hasta
la casa del guarda, esa imagen es una de las más bonitas que recuerdo, esa
subida de vereda iluminada por las luces de los frontales de los corredores que
me recordaba a una hilera de hormigas pero con luces, hormigas 2.0.
Tras algunos kilómetros de subida y bromas de muchos corredores, empece a ver
de fondo el pueblo de Gaucin mientras el día aparecía poco a poco, llegar a
Gaucin fue uno de los primeros empujones, el Nele haciéndonos fotos en la
llegada al pueblo, familiares de machado, esmeguarda, isabelguarda...
Al llegar al castillo de Gaucin encontré el primer puesto de control y
avituallamiento, tuve que deshacerme de algo de ropa de abrigo como la camiseta
termina y las bragas, saqué mi gorrita y las gafas de sol. Tras comer un poco
de salchichón y beber un poco de agua, me dispuse a continuar con mi marcha,
con mi próximo objetivo que era el ya conocido y temido cortafuegos.
La bajada desde Gaucín al comienzo del cortafuegos fue muy suave, trotando un
poco para descargar las piernas y reservando fuerzas para subir ese tramo.
Durante ese momento pensé varias veces en llegar y encontrarme a “el Nele”
esperándonos. Cuando me fui a dar cuenta el cortafuego me lo había dejado atrás
sin un mayor esfuerzo.
Me encontré tal y como esperaba a “el Nele” haciendo fotitos y animándome, pero
allí también estaban Fernando el gitano, “el Raco” y Roberto de Benarrabá, que
tenían el segundo puesto de control y avituallamiento preparado en el comienzo
de la bajada hacia la escribana.
Comencé a trotar, solo, después de que Pablo se quedara un poco atrás en la
subida del cortafuegos, a partir de ese momento mi objetivo era Genalguacil,
mentalmente estaba bastante tranquilo ya que al haber adelantado tanto por la
mañana, me sobraba tiempo para pasar los puntos de corte tranquilamente.
Cruzar el puente de la escribana y empezar a subir para Genalguacil fue algo
muy emocionante gracias a un grupo de niños y niñas que formaban un pasillo
para darme ánimos chocándome las manos, un poco más cerca de Genalguacil me
topé con un grupo de senderistas que con sus aplausos y gritos de ánimo me
dieron un empujón para que esa subida por la vereda estrecha fuera un simple
paseo.
A los poco minutos vi al primer conocido, “naniel ojos azules”, que me pego una
voz justo antes de pasarme, tras preguntarle por mis compañeros que venían por
detrás, continuó su marcha. La llegada a Genalguacil fue muy emocionante, gente
conocida dándome ánimos, emociones y pensamientos me invadían la cabeza
mientras cruzaba este bonito pueblo.
Tercer puesto de control, tercer avituallamiento, primer llenado del depósito
de agua de mi mochila, un poco de chocolate, plátano y un poco de naranja, continué
con la marcha camino de Jubrique, dejándole a Mari (la novia de Pepe) un
papelito para Pablo con los km entre puestos y tiempos aproximados en los que
tenía que llegar a ellos.
En ese tramo de la carrera, empecé a conocer a otros corredores y compartir
batallitas de lo que ya habíamos recorrido. Durante todo el trayecto, mi
pensamiento mas frecuente era la entrada a mi pueblo, pensar cómo iba a hacerla
y a quienes me iba a encontrar allí esperándome!.
En la bajada al arroyo de Jubrique, ya mis piernas empezaron a notar un poco el
cansancio, por lo cual baje un poco el ritmo pensando en los 100km que me
quedaban todavía por recorrer, allí encontré a mi primer compañero, desconocido
en ese momento pero amigo en pocos minutos, Ismael 25 años, Setenil,
batallitas, mentiras van y mentiras vienen y continuamos los dos juntos
subiendo hacia Jubrique.
Al llegar a este pueblo, los ánimos de mucho conocidos hicieron que me saliera
una gran sonrisa en la cara y me olvidara por momento de un pequeño dolor que
traía en el tibial desde hace unos cuantos km. Hice una parada mas larga,
comiendo un sándwich y gominolas de azúcar y bebiendo bastante agua pensando en
el segundo tramo más temido, el Jardon! Allí estaba “naniel”, que le acababa de
dar el relevo a su compañero Manuel (“el Panala”) y estuvo comentándome como
iban el resto de conocidos y amigos que participaban en la carrera.
Cuando decidí volver a emprender mi camino, el dolor en el tibial se hizo notar
mas, un ibuprofeno, un poco de crema muscular y seguimos con el camino, no se
me pasaba en ningún momento por la cabeza el abandonar, mi objetivo estaba
claro, tenía que terminar, tenía que pasar por mi pueblo.
Al empezar a subir por Jubrique, saque mi teléfono para llamar a mis compañeros
y ver por dónde venían y como venían, debido a que la batería no aguantaría
durante toda la carrera, tenían sus teléfonos apagados para poder utilizarlos
en caso de emergencia, después de varios intentos con todos los números me di
por vencido, guarde mi teléfono y me concentré en el camino que me quedaba
hasta el Jardon. Durante ese recorrido hice muchos km solo, sin ningún tipo de
compañía, no veía a nadie por delante mía y miraba hacia atrás y solo veía
monte, ni un solo corredor, creo que ese fue el primero de muchos momentos en
los cual me vine un poco abajo, buscaba constantemente una distracción, algo
que me distrajera de los kilómetros y de la monotonía del camino, mi pareja sin
cobertura, mis compañeros con sus teléfonos apagados... Mi hermano me iba
escribiendo desde el pueblo preocupándose por como seguía y dándome ánimos en
todo momento.
Después de unas horas interminables apareció ella, una chica que venia por
detrás mía y dándome ánimos se adelantó en el camino, haciendo que me motivara
y le siguiera dándome conversación y preguntando por todo. Tras un par de
kilómetros apareció otro chaval solo, Antonio "nito" un corredor de
Villaluenga que se acopló a nuestro ritmo, el fue mi compañero durante un gran
tramo de la carrera.
Tras la gran subida al Jardon, nos dispusimos a bajar hasta Pujerra, km y km de
bajada que empezaban a venirme un poco largos, haciendo que la carga de mis cuádriceps
y el tibial empezaran a dolerme, creo que esa bajada fue de las más bonitas,
larga, dura, monótona pero con los pasajes de castaños mas bonitos de la zona,
nadie dijo que fuera a ser fácil pero todos sabíamos que iba a ser bonito.
Desde Pujerra a Igualeja solo había castaños, castaños y mas castaños, recuerdo
ese tramo como el mas duro de todos los que hice, allí termine de romperme con
esas largas y pendientes bajadas de cortafuegos y carriles que parecía que
nunca se terminarían, por fin llegué a la carretera, allí estaban Pepe e Isabel
(padres de Pepe) después de hablar un poco con ellos y preguntarles por los
demás continúe con mi marcha y llegando en pocos minutos al pueblo de Igualeja.
Nacimiento del Genal, puesto de control y avituallamiento, un poco de
salchichón, plátano y agua.
Momento en el cual mi cuerpo pedía que parara, que abandonara y no era para
menos, ya la inflamación del tibial era bastante llamativa y el dolor llegaba a
ser insoportable, pero porque no? Un ibuprofeno, hielo a la pierna, un poco de
abrigo (ya que empezó a anochecer) y a intentar vencer otro tramo para llegar a
Parauta.
No puedo decir nada bueno de este tramo de la carrera, noche cerrada y un dolor
que me impedía andar con normalidad, cada paso se me hacia un mundo, cada
bajada por suave que fuese me hacia arrepentirme de haber seguido, los ascensos
me daban un poco de vida y rezaba para que no acabaran nunca, aunque parezca
raro, cuando llevas esa cantidad de kilómetros lo que realmente te carga son
los descensos aunque parezca lo fácil es lo más duro y aun mas con una lesión.
Llegada a Parauta, una visita al “físio” un poco de pasta y el peor momento de
la carrera, el momento de admitir la derrota y aceptar la retirada como la
mejor opción.
Aún así. Ver a mis dos compañeros que aun seguían en pie (José Carmelo y
Jakobo) salir de Parauta y continuando con fuerzas de sobra y sin molestia
alguna, hizo que me sintiera orgulloso de los meses de entrenamiento y de
salidas nocturnas que en ellos se veían reflejados.
Si tuviera que definir la gran vuelta valle del Genal en pocas palabras, sin
duda seria: impresionante, preciosa, muy dura y VOLVERÉ!
Juanan.
En segundo lugar,
nos cuenta parte de su trayecto Joaquín Moreno, uno de los cuales logro
terminar la prueba, aquí nos cuenta su trayecto desde la salida, hasta
Jubrique:
Esta locura empieza el
año 2013 por las mismas fechas en la celebración de la primera edición de la
GVVG. Una gran emoción me surgía con cada corredor que veía pasar, como
sufrían, como reían, como se ayudaban y como
se superaban. Desde ese día me dije a mi mismo que este año era el
momento de demostrarme que yo era capaz de hacerlo, y era un aliciente mayor
saber que la prueba trascurría por el Valle del Genal, Valle dónde se encuentra
mi pueblo, Algatocín, en el que vivo con gran orgullo.
No solo fue idea mía sino
que pasaba por la cabeza de muchos de mis amigos. Amigos a los que nos gusta el
deporte, pero nunca lo habíamos llevado hasta estos extremos. Conforme pasaba
el año íbamos hablando sobre la carrera y era tal el respeto que nos daba que
no nos atrevíamos a decidir si inscribirnos o no, pero la idea seguía
pendiente. Cuando no lo recordaba uno era el otro. Entre medio decidimos
inscribirnos a una media maratón, la de la ciudad de Málaga. Maratón que con
entrenamiento y entrega todos pudimos acabar. Creo que esta experiencia, ese
paso por meta, esa sensación de bienestar que daba lograr nuestro objetivo hizo
más posible el hecho de que finalmente decidiéramos inscribirnos en la GVVG
2014.
Y como acabo de decir lo
hicimos, tras bastantes charlas mientras echábamos alguna que otra cerveza y
algunos envalentonamientos en algunas noches de borrachera decidimos dar el
paso e inscribirnos en la carrera. No recuerdo muy bien sobre qué fecha fue ni
quien fue el valiente que primero pudo decir: “ya estoy apuntado, os toca”,
pero la cosa fue tal que cuando vinimos a darnos cuenta estábamos inscritos,
Machado, Juanan, Fernan, José, Pepe, Fermín, Pablo, Fali y yo, ya no había
marcha atrás, tocaba ponerse a entrenar lo antes posible. Poco después me
entere de que el Chory y Tomás también estaban inscritos.
El verano se fue acabando
poco a poco y sinceramente comenzamos a realizar buenas salidas metidos ya en
el mes de Agosto. Poco a poco íbamos completando el material obligatorio de la
carrera y no todos podíamos coincidir en los entrenos, asique unos días con
unos y otros días con otros fuimos de menos a más. En principio tiraditas de
25-30 km hasta el máximo de 55-60 km (fue mi máxima meta, y creo que también
para el resto, hasta la GVVG).
Los días pasaban y todos
teníamos metida en la cabeza la fecha del 25 de Octubre de 2014.
Necesitaba que
llegara cuanto antes, yo tenía claro que mi preparación podía ser muchísimo
mejor de la que tenía pero no me importaba, el día estaba cerca y había que
afrontarlo como estaba. La semana de antes fue una agonía, los días pasaban
lentos, los minutos parecían horas, una sensación de angustia y nervios por que
llegara ya la recogida de dorsales que parecía que no iba a llegar nunca. Pero
como todo en la vida, los momentos llegan y llegó ese día. Fuimos a Benarrabá,
pasamos el reconocimiento médico y chequeamos nuestro material obligatorio, ya
estaba todo listo, a tan solo un día del DÍA, para el que quedamos todos para
desayunar juntos a las 5 de la mañana antes de la salida.
Esa noche estaba en la
cama, no podía dormir, estaba intranquilo, mi cabeza no hacía más que imaginar
que pasaría al día siguiente, si conseguiría llegar al pueblo, que me
encontraría allí, si me quedaría dormido y no escucharía el despertador, como
sería la salida, si nos perderíamos en el recorrido, y miles de paranoias que
no se me iban hasta que sin darme cuenta… Estaba dormido.
Las 4:45 de la mañana…
¡Dios! Ya era el esperadísimo día, me levanté, lo tenía todo preparado del día
anterior y únicamente debía prepararme yo, coger las cosas y salir de casa.
Estar nervioso era inevitable, no sabría como describirlo, pero mi barriga no
se quedó tranquila hasta que no salimos de Benarrabá.
Desayuné en la mejor
compañía que se puede tener antes de una carrera de estas, con todos los compis
con los que iba a comenzar la andadura. Después de un café, dos o tres rebanadas
de pan con aceite y miel, un yogur y un plátano, ya estábamos más que listos
para salir hacia Benarrabá. Nos repartimos en los coches y yo me fui con Fali.
Estábamos a cual más nervioso, fuimos hablando de la carrera, de lo nerviosos
que estábamos y de cómo tanto él como yo habíamos conseguido bajar
considerablemente el sobrepeso que teníamos y gracias a ello estábamos a punto
de empezar una carrera inimaginable para nuestros antiguos “Fali” y “Jacobo”.
Ya estábamos en
Benarrabá, coche aparcado, dorsales colocados, luces en la cabeza, creo que no
se nos olvidaba ningún detalle. Bueno sí, el cortavientos sobraba y fue directo
a la mochila. Para ser las 7 de la mañana he de decir que hacía bastante calor.
Ya estábamos ahí, muchos
amigos habían venido a animarnos a la salida, yo quería empezar cuanto antes.
Tras varias fotos, charlas con unos y con otros, un poco de vaselina de última
hora y algunos movimientos de intranquilidad nos metimos en el corralito.
Ya sí que sí, esto iba a
empezar y allí estábamos todos metidos, había que echarle un par de huevos. El
speaker dio la cuenta atrás y por fin salimos. No sé que sentía, simplemente
caminaba como si de un rebaño de ovejas se tratase. Cuando las calles empezaron
a abrirse nos empezaron a adelantar casi todos, empezaron a correr y nos
quedamos los últimos prácticamente. Me sorprendió bastante ver a varios de mis
compañeros empezar a tirar fuerte desde la salida. Yo sabía que esa no era mi
carrera, no podía apretar desde el kilómetro cero, tenía por delante 125 y no
quería malgastar ni la más mínima de mis fuerzas. Solamente esperaba una de
dos, o que pudiera cogerlos más adelante y continuar con ellos o que les fuera
tan bien que acabaran antes que yo y el resto de compañeros que habíamos
quedado.
Ya sí que no estaba
nervioso, en cuanto empezamos a descender por el carril hasta el arroyo
simplemente caminaba junto a mis compañeros. He de decir que Pepe soltó un par
de chistes de los cuales todo el que los pudo oír se descojono. Cuando llegamos
al primer arroyo soltó como mofándose de la carrera: “¿Y esté es el famoso rio
Genal?”.
Empezamos a subir y mi
vista me mostraba algo increíble, podía ver perfectamente un sendero de luces
que se perdía dirigiéndose hacia lo más alto de la subida sin alcanzar a ver el
final de este luminoso sendero. Seguíamos subiendo en fila india Fernan, José,
Pepe, Fali y yo y alcanzábamos a poder escuchar a Pablo y Juanan con los que
compartimos un par de voces sin mucho sentido. La subida se me hizo cortísima y
cuando quise darme cuenta estábamos bajando hacia el camino que nos llevaría
hacia Gaucín, el primer control. En esta bajada fuimos acompañados por dos
hermanos de Algeciras que participaban también en la carrera. Fuimos andando a
un ritmo normal y la noche le estaba dando paso al día que nos alcanzó mientras
llegábamos a Gaucín. Entramos en el pueblo y ya sentía como habíamos llegado a
la primera meta (una menos pensé) pero aún había que subir al castillo en el
punto más alto del pueblo. Ya veíamos a gente de vuelta corriendo a todo lo que
daban, sobre todo los primeros corredores de equipos que nos pasaron y no los
vimos más de 5 segundos. Llegamos al castillo, primer control, y me alegré al
ver muchas caras de amigos esperándonos para darnos sus ánimos. Picamos en el
control, un plátano, un poco de salchichón y
a por el siguiente punto: El final del cortafuego. En la salida de
Gaucín estaba Nele( mi primo) que nos estaba haciendo un seguimiento por
determinados puntos desde que salimos de Benarrabá. Parecía nuestro fotógrafo
oficial. Nos dijo que Juanan y Pablo iban unos 10 minutos por delante y el
resto una media hora. Yo pensaba que aflojarían en el cortafuego y que quizá
alcanzáramos a Juanan y Pablo. Me equivocaba.
Comenzamos por el carril que nos llevaba hacia el temido
cortafuegos, sinceramente, a mi ya no me asustaba en absoluto puesto que lo
había subido en dos ocasiones entrenando. En el camino de Gaucín hasta la
subida al cortafuego nos adelantó mucha gente, sobre todo corredores de
equipos. Uno de ellos era Dani, amigo al que acompañé al trote por unos minutos
para hablar un poco con él y animarlo y ver como lo llevaba. Estaba imparable,
lo dejé y le dije que ya nos veríamos en Jubrique. Entonces paré y me comí un
plátano de la mochila que se me estaba poniendo negrete mientras esperaba a mis
compis que venían un poco por detrás. Mientras me paré varios corredores que me
adelantaron se preocuparon por si me había ocurrido algo malo, les dije que
simplemente estaba sacando un plátano de la mochila mientras esperaba a mis
compañeros. En ese momento me di cuenta de que la gente en este tipo de
carreras se preocupa por los demás y sabía que yo tendría que hacer lo mismo si ocurriera al contrario. Mi
grupo no tardó en cogerme el paso y continuamos camino del cortafuego, nos seguían
adelantando los equipos y uno de ellos me pegó una voz y me chocó la mano, era
Alejo, amigo de Jubrique, me alegró mucho verlo y ver que iba súper bien. Poco
a poco nos acercábamos al cortafuegos, cada curva que dábamos decíamos “en la
siguiente está”, pero pasaron unas cuantas sin que comenzara. La verdad que se
me hizo un poco largo el tramo desde que salimos de Gaucín hasta el cortafuego,
creo que fue por mis ansias de llegar hasta ese punto. Un poco antes de llegar
al cortafuego nos adelantaron dos chicas de equipos y nada más comenzar la
subida, que al fin llegó, las adelantamos José y yo que nos vimos muy fuertes y
subimos el cortafuegos a un ritmo muy bueno. No recuerdo sobre qué pero algo
hablamos con las chicas sobre los pueblos y demás. En fin, casi sin querer me
di cuenta de que tanto José como yo estábamos adelantando a muchos corredores
que se les estaba atragantando la subida. En una pequeña “descansada” de la
dura subida estuvimos hablando con un participante de Benaojan que ya había realizado
la carrera el año pasado y nos dio varios consejos sobre la carrera que los
tomamos al pie de la letra. Uno de ellos era que si llegábamos a Jubrique
(primer control con hora de corte) y teníamos tiempo de sobra, que nos
tomáramos el resto con calma y así lo hicimos más tarde. Dejamos atrás a estos
compañeros y llegamos a la cima. No sentía un cansancio extremo por la subida,
estaba muy bien físicamente a pesar de la pendiente de este tramo. Seguimos
bajando por una vereda hasta el punto de control donde nos encontramos con más
amigos, Nele, Curro, Antonio, Fernando, Roberto…Bebimos isotónica, comimos algo
de frutos secos y continuamos nuestro camino hacia las Escribanas, me sentía
muy a gusto, otra pequeña meta realizada. Cuando dejábamos el puesto de
avituallamiento vimos a Pepe llegar por la vereda, yo hubiera preferido
esperarlos porque pensé que se encontraban más cerca, pero José me aconsejó no
parar demasiado para no enfriarnos y seguimos la bajada a un ritmo lento con
pretensiones de ser alcanzados por nuestros amigos. En la bajada, la gran
mayoría de gente a la que habíamos adelantado nos volvía a pasar. No se me
olvidará el comentario de un muchacho que participaba en la categoría de
equipos. Cuando este nos adelantó se volvió hacia nosotros y nos dijo:
“Chavales, nos vemos en la próxima subida” y empezamos a reírnos. Pequeños
comentarios como ese hacían de esta carrera algo especial, notaba un
compañerismo muy grande con la mayoría de participantes.
Seguíamos bajando y otra
anécdota curiosa fue cuando nos adelantaron las dos chicas que previamente ya
habíamos adelantado en la subida al cortafuego. A la izquierda teníamos
Benarrabá, el pueblo donde comenzamos y una de las chicas nos dijo: “¿Os puedo
hacer una pregunta?”, le dijimos que sí evidentemente y nos preguntó: “¿El
pueblo este que se ve aquí es ya Jubrique no?”…
Empezamos a reir y le dijimos
que ese pueblo era de donde habían salido. No se lo creían, una de ellas dijo:
“Dios, valla revuelta que hemos dado”. Siguieron corriendo y las perdimos de
vista. Estas cosas nos amenizaron la bajada a José y a mí y cuando vinimos a
darnos cuenta por detrás venía un motorista racheando, era Fali levantando
polvo con los pies. Nos dijo que se habían equivocado en un cruce y que por eso
habían tardado más. Poco a poco fue llegando el resto del grupo y los dos
hermanos de Algeciras. Por la mañana habíamos tenido con ellos una especie de
broma, pero muy cierta. Le decíamos que nosotros no necesitábamos GPS puesto
que llevábamos a José que se conocía los caminos mucho mejor. Y cuando nos
alcanzaron y nos contaron que se habían perdido les dije que eso no les habría
pasado si llevaran un GPS como llevaba yo, por eso no me separaba de José.
Fue
un momento de risas y de charla muy bueno. Ya quedaba poco para llegar a las
Escribanas y seguíamos todos juntos. Rellenamos agua y nos refrescamos en una
fuente muy cercana al río Genal que cruzaríamos para empezar la subida a
Genalguacil. Justo por aquí dos muchachas nos adelantaron y una de ellas
comentó algo referente a Jubrique, yo le dije que nos faltaba el mismo camino
para llegar aunque cuando iba diez metros por delante le dije que a ella le
quedaba menos que a mí para llegar a Jubrique.
Pasamos por el río y
había muchos niños de Benarrabá aplaudiendo. También un hombre mayor que
se
burlaba un poco de nosotros diciendo que íbamos muy lentos que así se venía el
también con nosotros. Yo le dije que se viniera pero decidió quedarse allí bajo
la sombra de un buen árbol. A un participante que iba delante le sentó mal esa
broma pero para mí simplemente fue eso, una simple gracia.
Ya estábamos empezando la
subida hacia Genalguacil y al poco de estar subiendo volvimos a encontrarnos a
las dos muchachas, yo volví a decirles que nos quedaba lo mismo para llegar a
Jubrique pero cuando las adelantamos
esta vez le dije que ya me quedaba menos a mí que a ellas. Entonces se rieron.
Era ya una broma graciosa, porque sabía que cuando me adelantara le diría otra
vez lo mismo.
Otra subida y otra vez
José y yo estábamos mucho mejor subiendo que el resto, Fernando nos dejó paso y
nos adelantamos los dos dejando al grupo un poco rezagado.
Llegamos a Genalguacil
(otra meta más) tras una larga vereda José y yo solos, allí otra nueva alegría,
amigos y familiares como mi tía nos esperaban para darnos ánimos. Nos
preguntaron por el resto del grupo y les dijimos que no tardarían en llegar,
comimos un poco de queso y membrillo, naranjas y agua y nuevamente José dando
bulla… Me quité un par de chinos que se me habían metido en los tenis y mientras
estaba sentado un fotógrafo me hizo un par de fotos, le encantó como llevaba
los plátanos por fuera de la mochila enganchados con las cuerdas de fuera.
Salimos de Genalguacíl
pensando en que nuestros compis Pepe, Fernando y Fali estarían al llegar y justamente
entraron mientras nosotros nos alejábamos de allí. Ellos no nos vieron a
nosotros, pero nosotros sabíamos que estaban cerca.
Continuamos para
Jubrique, se nos abría delante un gran carril con unas vistas preciosas, íbamos
solos y justo un fotógrafo que ya se iba nos echó su última foto de aquella
zona y nos dijo que nos veíamos en Júzcar. Aún quedaba para llegar a Júzcar,
nosotros solo pensábamos en Jubrique.
Mientras continuábamos por el carril nos
volvieron a adelantar varios corredores, entre ellos una chica a la que cuando
nos adelantó me dijo que ya le quedaba menos que a nosotros para Jubrique.
Al llegar al arroyo ya
solo nos quedaba subir hasta el pueblo, allí nuevamente más niños de jubrique y
más ánimos para subir. Parecía que las cuestas arriba se le atragantaban al
personal y nosotros comenzamos nuevamente a adelantar a gente. Casi llegando al
pueblo, en los últimos 500 metros nos topamos con nuestra “amiga”, “ya nos
queda lo mismo para llegar a Jubrique” le dije, fuimos charlando con ella hasta
Jubrique, tiene gracia, pero finalmente llegamos a la par.
Ya estábamos en Jubrique,
primera gran meta alcanzada.
Joaquín Moreno Ruiz.