lunes, 19 de enero de 2015

Gran Vuelta al Valle del Genal

El ya pasado mes de octubre tuvo lugar la Gran Vuelta al Valle del Genal, GVVG. Este año yo y unos cuantos de amigos nos animamos a realizarla, y como no, desde aquí hemos pensado en que ellos mismos nos contaran un poco su experiencia, en primer lugar comienza nuestro paisano Juan Antonio Holgado:


Día 25 de octubre de 2014, a las 4 de la mañana suena el despertador. Después de haber dormido unas tres horas, me pongo en pie para vestirme y darle el ultimo repaso a la mochila y material que tenía preparado del día anterior, a las 5 había quedado con mis compañeros en mi bar, la intención era desayunar todos juntos antes de salir dirección a Benarrabá, el primero en llegar fue Fali, que venía desde Estepona y llegó un poco antes que los demás que poco a poco fueron apareciendo. De momento nos encontrábamos desayunando todos (Pablo, Pepe, Fali, Machado, Fernan, Jakobi, Clin, Tomas, Chori y yo) durante el desayuno, ya empecé a ponerme bastante nervioso, mis ganas por empezar este gran reto aumentaban de forma increíble por segundos. Al terminar y después de recoger un poco todo, nos pusimos a llenar las botellas y los depósitos de las mochilas, que era lo único que ya nos faltaba. Tomamos dirección a Benarraba repartidos en diferentes coches, yo me monté con joselin en el latvala de Pablo y comenzamos el viaje hacia Benarraba, pueblo en el cual comenzaba la carrera.

Al llegar, aparcó Pablo el coche en la cooperativa y nos dirigimos camino de la plaza del pueblo, ya el ambiente era espectacular, corredores por todos lados, familiares, amigos... Después de unos minutos por la plaza haciéndonos algunas fotos para el recuerdo y para el postureo en redes sociales, el speaker, hizo un llamamiento para que nos dirigiéramos al corralito de salida. Se acercaban las 7 de la mañana, y aquello estaba apunto de comenzar, la ilusión por ese propósito que me hice algunos meses antes hacía que la adrenalina me invadiera el cuerpo. 

Allí estaba, en ese cajón de salida con 125km de trail por delante y con mas de 500 valientes que estaban dispuestos a conquistarlos. Con un poco de retraso, comenzó la tan esperada cuenta atrás, todos coreamos ese: 10,9,8,7,6,5,4,3,2,1 y comenzó la carrera con el pistoletazo de salida.
Desde el primer momento me deje llevar por la emoción y empece a trotar al ritmo del resto de participantes, cosa que no me había planteado ya que mi propósito era terminar y por lo cual pensaba andar durante todo el camino.

Bajando hacia el arroyo de Benarraba me encontré con Pablo, que había salido un poco antes y estaba mas adelantado que el resto de nosotros, junto a él comencé a bajar ese camino pensando en la primera subida que iba desde el arroyo hasta la casa del guarda, esa imagen es una de las más bonitas que recuerdo, esa subida de vereda iluminada por las luces de los frontales de los corredores que me recordaba a una hilera de hormigas pero con luces, hormigas 2.0. 

Tras algunos kilómetros de subida y bromas de muchos corredores, empece a ver de fondo el pueblo de Gaucin mientras el día aparecía poco a poco, llegar a Gaucin fue uno de los primeros empujones, el Nele haciéndonos fotos en la llegada al pueblo, familiares de machado, esmeguarda, isabelguarda...
Al llegar al castillo de Gaucin encontré el primer puesto de control y avituallamiento, tuve que deshacerme de algo de ropa de abrigo como la camiseta termina y las bragas, saqué mi gorrita y las gafas de sol. Tras comer un poco de salchichón y beber un poco de agua, me dispuse a continuar con mi marcha, con mi próximo objetivo que era el ya conocido y temido cortafuegos.

La bajada desde Gaucín al comienzo del cortafuegos fue muy suave, trotando un poco para descargar las piernas y reservando fuerzas para subir ese tramo. Durante ese momento pensé varias veces en llegar y encontrarme a “el Nele” esperándonos. Cuando me fui a dar cuenta el cortafuego me lo había dejado atrás sin un mayor esfuerzo.
Me encontré tal y como esperaba a “el Nele” haciendo fotitos y animándome, pero allí también estaban Fernando el gitano, “el Raco” y Roberto de Benarrabá, que tenían el segundo puesto de control y avituallamiento preparado en el comienzo de la bajada hacia la escribana.

Comencé a trotar, solo, después de que Pablo se quedara un poco atrás en la subida del cortafuegos, a partir de ese momento mi objetivo era Genalguacil, mentalmente estaba bastante tranquilo ya que al haber adelantado tanto por la mañana, me sobraba tiempo para pasar los puntos de corte tranquilamente.
Cruzar el puente de la escribana y empezar a subir para Genalguacil fue algo muy emocionante gracias a un grupo de niños y niñas que formaban un pasillo para darme ánimos chocándome las manos, un poco más cerca de Genalguacil me topé con un grupo de senderistas que con sus aplausos y gritos de ánimo me dieron un empujón para que esa subida por la vereda estrecha fuera un simple paseo.
A los poco minutos vi al primer conocido, “naniel ojos azules”, que me pego una voz justo antes de pasarme, tras preguntarle por mis compañeros que venían por detrás, continuó su marcha. La llegada a Genalguacil fue muy emocionante, gente conocida dándome ánimos, emociones y pensamientos me invadían la cabeza mientras cruzaba este bonito pueblo.
Tercer puesto de control, tercer avituallamiento, primer llenado del depósito de agua de mi mochila, un poco de chocolate, plátano y un poco de naranja, continué con la marcha camino de Jubrique, dejándole a Mari (la novia de Pepe) un papelito para Pablo con los km entre puestos y tiempos aproximados en los que tenía que llegar a ellos.
En ese tramo de la carrera, empecé a conocer a otros corredores y compartir batallitas de lo que ya habíamos recorrido. Durante todo el trayecto, mi pensamiento mas frecuente era la entrada a mi pueblo, pensar cómo iba a hacerla y a quienes me iba a encontrar allí esperándome!.
En la bajada al arroyo de Jubrique, ya mis piernas empezaron a notar un poco el cansancio, por lo cual baje un poco el ritmo pensando en los 100km que me quedaban todavía por recorrer, allí encontré a mi primer compañero, desconocido en ese momento pero amigo en pocos minutos, Ismael 25 años, Setenil, batallitas, mentiras van y mentiras vienen y continuamos los dos juntos subiendo hacia Jubrique.
Al llegar a este pueblo, los ánimos de mucho conocidos hicieron que me saliera una gran sonrisa en la cara y me olvidara por momento de un pequeño dolor que traía en el tibial desde hace unos cuantos km. Hice una parada mas larga, comiendo un sándwich y gominolas de azúcar y bebiendo bastante agua pensando en el segundo tramo más temido, el Jardon! Allí estaba “naniel”, que le acababa de dar el relevo a su compañero Manuel (“el Panala”) y estuvo comentándome como iban el resto de conocidos y amigos que participaban en la carrera.
Cuando decidí volver a emprender mi camino, el dolor en el tibial se hizo notar mas, un ibuprofeno, un poco de crema muscular y seguimos con el camino, no se me pasaba en ningún momento por la cabeza el abandonar, mi objetivo estaba claro, tenía que terminar, tenía que pasar por mi pueblo.
Al empezar a subir por Jubrique, saque mi teléfono para llamar a mis compañeros y ver por dónde venían y como venían, debido a que la batería no aguantaría durante toda la carrera, tenían sus teléfonos apagados para poder utilizarlos en caso de emergencia, después de varios intentos con todos los números me di por vencido, guarde mi teléfono y me concentré en el camino que me quedaba hasta el Jardon. Durante ese recorrido hice muchos km solo, sin ningún tipo de compañía, no veía a nadie por delante mía y miraba hacia atrás y solo veía monte, ni un solo corredor, creo que ese fue el primero de muchos momentos en los cual me vine un poco abajo, buscaba constantemente una distracción, algo que me distrajera de los kilómetros y de la monotonía del camino, mi pareja sin cobertura, mis compañeros con sus teléfonos apagados... Mi hermano me iba escribiendo desde el pueblo preocupándose por como seguía y dándome ánimos en todo momento.
Después de unas horas interminables apareció ella, una chica que venia por detrás mía y dándome ánimos se adelantó en el camino, haciendo que me motivara y le siguiera dándome conversación y preguntando por todo. Tras un par de kilómetros apareció otro chaval solo, Antonio "nito" un corredor de Villaluenga que se acopló a nuestro ritmo, el fue mi compañero durante un gran tramo de la carrera.
Tras la gran subida al Jardon, nos dispusimos a bajar hasta Pujerra, km y km de bajada que empezaban a venirme un poco largos, haciendo que la carga de mis cuádriceps y el tibial empezaran a dolerme, creo que esa bajada fue de las más bonitas, larga, dura, monótona pero con los pasajes de castaños mas bonitos de la zona, nadie dijo que fuera a ser fácil pero todos sabíamos que iba a ser bonito.
Desde Pujerra a Igualeja solo había castaños, castaños y mas castaños, recuerdo ese tramo como el mas duro de todos los que hice, allí termine de romperme con esas largas y pendientes bajadas de cortafuegos y carriles que parecía que nunca se terminarían, por fin llegué a la carretera, allí estaban Pepe e Isabel (padres de Pepe) después de hablar un poco con ellos y preguntarles por los demás continúe con mi marcha y llegando en pocos minutos al pueblo de Igualeja.
Nacimiento del Genal, puesto de control y avituallamiento, un poco de salchichón, plátano y agua.
Momento en el cual mi cuerpo pedía que parara, que abandonara y no era para menos, ya la inflamación del tibial era bastante llamativa y el dolor llegaba a ser insoportable, pero porque no? Un ibuprofeno, hielo a la pierna, un poco de abrigo (ya que empezó a anochecer) y a intentar vencer otro tramo para llegar a Parauta.
No puedo decir nada bueno de este tramo de la carrera, noche cerrada y un dolor que me impedía andar con normalidad, cada paso se me hacia un mundo, cada bajada por suave que fuese me hacia arrepentirme de haber seguido, los ascensos me daban un poco de vida y rezaba para que no acabaran nunca, aunque parezca raro, cuando llevas esa cantidad de kilómetros lo que realmente te carga son los descensos aunque parezca lo fácil es lo más duro y aun mas con una lesión.
Llegada a Parauta, una visita al “físio” un poco de pasta y el peor momento de la carrera, el momento de admitir la derrota y aceptar la retirada como la mejor opción.
Aún así. Ver a mis dos compañeros que aun seguían en pie (José Carmelo y Jakobo) salir de Parauta y continuando con fuerzas de sobra y sin molestia alguna, hizo que me sintiera orgulloso de los meses de entrenamiento y de salidas nocturnas que en ellos se veían reflejados.
Si tuviera que definir la gran vuelta valle del Genal en pocas palabras, sin duda seria: impresionante, preciosa, muy dura y VOLVERÉ!

Juanan. 

En segundo lugar, nos cuenta parte de su trayecto Joaquín Moreno, uno de los cuales logro terminar la prueba, aquí nos cuenta su trayecto desde la salida, hasta Jubrique:

Esta locura empieza el año 2013 por las mismas fechas en la celebración de la primera edición de la GVVG. Una gran emoción me surgía con cada corredor que veía pasar, como sufrían, como reían, como se ayudaban y como  se superaban. Desde ese día me dije a mi mismo que este año era el momento de demostrarme que yo era capaz de hacerlo, y era un aliciente mayor saber que la prueba trascurría por el Valle del Genal, Valle dónde se encuentra mi pueblo, Algatocín, en el que vivo con gran orgullo.

No solo fue idea mía sino que pasaba por la cabeza de muchos de mis amigos. Amigos a los que nos gusta el deporte, pero nunca lo habíamos llevado hasta estos extremos. Conforme pasaba el año íbamos hablando sobre la carrera y era tal el respeto que nos daba que no nos atrevíamos a decidir si inscribirnos o no, pero la idea seguía pendiente. Cuando no lo recordaba uno era el otro. Entre medio decidimos inscribirnos a una media maratón, la de la ciudad de Málaga. Maratón que con entrenamiento y entrega todos pudimos acabar. Creo que esta experiencia, ese paso por meta, esa sensación de bienestar que daba lograr nuestro objetivo hizo más posible el hecho de que finalmente decidiéramos inscribirnos en la GVVG 2014.

Y como acabo de decir lo hicimos, tras bastantes charlas mientras echábamos alguna que otra cerveza y algunos envalentonamientos en algunas noches de borrachera decidimos dar el paso e inscribirnos en la carrera. No recuerdo muy bien sobre qué fecha fue ni quien fue el valiente que primero pudo decir: “ya estoy apuntado, os toca”, pero la cosa fue tal que cuando vinimos a darnos cuenta estábamos inscritos, Machado, Juanan, Fernan, José, Pepe, Fermín, Pablo, Fali y yo, ya no había marcha atrás, tocaba ponerse a entrenar lo antes posible. Poco después me entere de que el Chory y Tomás también estaban inscritos.

El verano se fue acabando poco a poco y sinceramente comenzamos a realizar buenas salidas metidos ya en el mes de Agosto. Poco a poco íbamos completando el material obligatorio de la carrera y no todos podíamos coincidir en los entrenos, asique unos días con unos y otros días con otros fuimos de menos a más. En principio tiraditas de 25-30 km hasta el máximo de 55-60 km (fue mi máxima meta, y creo que también para el resto, hasta la GVVG).

Los días pasaban y todos teníamos metida en la cabeza la fecha del 25 de Octubre de 2014. 

Necesitaba que llegara cuanto antes, yo tenía claro que mi preparación podía ser muchísimo mejor de la que tenía pero no me importaba, el día estaba cerca y había que afrontarlo como estaba. La semana de antes fue una agonía, los días pasaban lentos, los minutos parecían horas, una sensación de angustia y nervios por que llegara ya la recogida de dorsales que parecía que no iba a llegar nunca. Pero como todo en la vida, los momentos llegan y llegó ese día. Fuimos a Benarrabá, pasamos el reconocimiento médico y chequeamos nuestro material obligatorio, ya estaba todo listo, a tan solo un día del DÍA, para el que quedamos todos para desayunar juntos a las 5 de la mañana antes de la salida.

Esa noche estaba en la cama, no podía dormir, estaba intranquilo, mi cabeza no hacía más que imaginar que pasaría al día siguiente, si conseguiría llegar al pueblo, que me encontraría allí, si me quedaría dormido y no escucharía el despertador, como sería la salida, si nos perderíamos en el recorrido, y miles de paranoias que no se me iban hasta que sin darme cuenta… Estaba dormido.
Las 4:45 de la mañana… ¡Dios! Ya era el esperadísimo día, me levanté, lo tenía todo preparado del día anterior y únicamente debía prepararme yo, coger las cosas y salir de casa. Estar nervioso era inevitable, no sabría como describirlo, pero mi barriga no se quedó tranquila hasta que no salimos de Benarrabá.

Desayuné en la mejor compañía que se puede tener antes de una carrera de estas, con todos los compis con los que iba a comenzar la andadura. Después de un café, dos o tres rebanadas de pan con aceite y miel, un yogur y un plátano, ya estábamos más que listos para salir hacia Benarrabá. Nos repartimos en los coches y yo me fui con Fali. Estábamos a cual más nervioso, fuimos hablando de la carrera, de lo nerviosos que estábamos y de cómo tanto él como yo habíamos conseguido bajar considerablemente el sobrepeso que teníamos y gracias a ello estábamos a punto de empezar una carrera inimaginable para nuestros antiguos “Fali” y “Jacobo”.

Ya estábamos en Benarrabá, coche aparcado, dorsales colocados, luces en la cabeza, creo que no se nos olvidaba ningún detalle. Bueno sí, el cortavientos sobraba y fue directo a la mochila. Para ser las 7 de la mañana he de decir que hacía bastante calor.

Ya estábamos ahí, muchos amigos habían venido a animarnos a la salida, yo quería empezar cuanto antes. Tras varias fotos, charlas con unos y con otros, un poco de vaselina de última hora y algunos movimientos de intranquilidad nos metimos en el corralito.

Ya sí que sí, esto iba a empezar y allí estábamos todos metidos, había que echarle un par de huevos. El speaker dio la cuenta atrás y por fin salimos. No sé que sentía, simplemente caminaba como si de un rebaño de ovejas se tratase. Cuando las calles empezaron a abrirse nos empezaron a adelantar casi todos, empezaron a correr y nos quedamos los últimos prácticamente. Me sorprendió bastante ver a varios de mis compañeros empezar a tirar fuerte desde la salida. Yo sabía que esa no era mi carrera, no podía apretar desde el kilómetro cero, tenía por delante 125 y no quería malgastar ni la más mínima de mis fuerzas. Solamente esperaba una de dos, o que pudiera cogerlos más adelante y continuar con ellos o que les fuera tan bien que acabaran antes que yo y el resto de compañeros que habíamos quedado.

Ya sí que no estaba nervioso, en cuanto empezamos a descender por el carril hasta el arroyo simplemente caminaba junto a mis compañeros. He de decir que Pepe soltó un par de chistes de los cuales todo el que los pudo oír se descojono. Cuando llegamos al primer arroyo soltó como mofándose de la carrera: “¿Y esté es el famoso rio Genal?”.

Empezamos a subir y mi vista me mostraba algo increíble, podía ver perfectamente un sendero de luces que se perdía dirigiéndose hacia lo más alto de la subida sin alcanzar a ver el final de este luminoso sendero. Seguíamos subiendo en fila india Fernan, José, Pepe, Fali y yo y alcanzábamos a poder escuchar a Pablo y Juanan con los que compartimos un par de voces sin mucho sentido. La subida se me hizo cortísima y cuando quise darme cuenta estábamos bajando hacia el camino que nos llevaría hacia Gaucín, el primer control. En esta bajada fuimos acompañados por dos hermanos de Algeciras que participaban también en la carrera. Fuimos andando a un ritmo normal y la noche le estaba dando paso al día que nos alcanzó mientras llegábamos a Gaucín. Entramos en el pueblo y ya sentía como habíamos llegado a la primera meta (una menos pensé) pero aún había que subir al castillo en el punto más alto del pueblo. Ya veíamos a gente de vuelta corriendo a todo lo que daban, sobre todo los primeros corredores de equipos que nos pasaron y no los vimos más de 5 segundos. Llegamos al castillo, primer control, y me alegré al ver muchas caras de amigos esperándonos para darnos sus ánimos. Picamos en el control, un plátano, un poco de salchichón y  a por el siguiente punto: El final del cortafuego. En la salida de Gaucín estaba Nele( mi primo) que nos estaba haciendo un seguimiento por determinados puntos desde que salimos de Benarrabá. Parecía nuestro fotógrafo oficial. Nos dijo que Juanan y Pablo iban unos 10 minutos por delante y el resto una media hora. Yo pensaba que aflojarían en el cortafuego y que quizá alcanzáramos a Juanan y Pablo. Me equivocaba.
Comenzamos  por el carril que nos llevaba hacia el temido cortafuegos, sinceramente, a mi ya no me asustaba en absoluto puesto que lo había subido en dos ocasiones entrenando. En el camino de Gaucín hasta la subida al cortafuego nos adelantó mucha gente, sobre todo corredores de equipos. Uno de ellos era Dani, amigo al que acompañé al trote por unos minutos para hablar un poco con él y animarlo y ver como lo llevaba. Estaba imparable, lo dejé y le dije que ya nos veríamos en Jubrique. Entonces paré y me comí un plátano de la mochila que se me estaba poniendo negrete mientras esperaba a mis compis que venían un poco por detrás. Mientras me paré varios corredores que me adelantaron se preocuparon por si me había ocurrido algo malo, les dije que simplemente estaba sacando un plátano de la mochila mientras esperaba a mis compañeros. En ese momento me di cuenta de que la gente en este tipo de carreras se preocupa por los demás y sabía que yo tendría que  hacer lo mismo si ocurriera al contrario. Mi grupo no tardó en cogerme el paso y continuamos camino del cortafuego, nos seguían adelantando los equipos y uno de ellos me pegó una voz y me chocó la mano, era Alejo, amigo de Jubrique, me alegró mucho verlo y ver que iba súper bien. Poco a poco nos acercábamos al cortafuegos, cada curva que dábamos decíamos “en la siguiente está”, pero pasaron unas cuantas sin que comenzara. La verdad que se me hizo un poco largo el tramo desde que salimos de Gaucín hasta el cortafuego, creo que fue por mis ansias de llegar hasta ese punto. Un poco antes de llegar al cortafuego nos adelantaron dos chicas de equipos y nada más comenzar la subida, que al fin llegó, las adelantamos José y yo que nos vimos muy fuertes y subimos el cortafuegos a un ritmo muy bueno. No recuerdo sobre qué pero algo hablamos con las chicas sobre los pueblos y demás. En fin, casi sin querer me di cuenta de que tanto José como yo estábamos adelantando a muchos corredores que se les estaba atragantando la subida. En una pequeña “descansada” de la dura subida estuvimos hablando con un participante de Benaojan que ya había realizado la carrera el año pasado y nos dio varios consejos sobre la carrera que los tomamos al pie de la letra. Uno de ellos era que si llegábamos a Jubrique (primer control con hora de corte) y teníamos tiempo de sobra, que nos tomáramos el resto con calma y así lo hicimos más tarde. Dejamos atrás a estos compañeros y llegamos a la cima. No sentía un cansancio extremo por la subida, estaba muy bien físicamente a pesar de la pendiente de este tramo. Seguimos bajando por una vereda hasta el punto de control donde nos encontramos con más amigos, Nele, Curro, Antonio, Fernando, Roberto…Bebimos isotónica, comimos algo de frutos secos y continuamos nuestro camino hacia las Escribanas, me sentía muy a gusto, otra pequeña meta realizada. Cuando dejábamos el puesto de avituallamiento vimos a Pepe llegar por la vereda, yo hubiera preferido esperarlos porque pensé que se encontraban más cerca, pero José me aconsejó no parar demasiado para no enfriarnos y seguimos la bajada a un ritmo lento con pretensiones de ser alcanzados por nuestros amigos. En la bajada, la gran mayoría de gente a la que habíamos adelantado nos volvía a pasar. No se me olvidará el comentario de un muchacho que participaba en la categoría de equipos. Cuando este nos adelantó se volvió hacia nosotros y nos dijo: “Chavales, nos vemos en la próxima subida” y empezamos a reírnos. Pequeños comentarios como ese hacían de esta carrera algo especial, notaba un compañerismo muy grande con la mayoría de participantes.

Seguíamos bajando y otra anécdota curiosa fue cuando nos adelantaron las dos chicas que previamente ya habíamos adelantado en la subida al cortafuego. A la izquierda teníamos Benarrabá, el pueblo donde comenzamos y una de las chicas nos dijo: “¿Os puedo hacer una pregunta?”, le dijimos que sí evidentemente y nos preguntó: “¿El pueblo este que se ve aquí es ya Jubrique no?”… 

Empezamos a reir y le dijimos que ese pueblo era de donde habían salido. No se lo creían, una de ellas dijo: “Dios, valla revuelta que hemos dado”. Siguieron corriendo y las perdimos de vista. Estas cosas nos amenizaron la bajada a José y a mí y cuando vinimos a darnos cuenta por detrás venía un motorista racheando, era Fali levantando polvo con los pies. Nos dijo que se habían equivocado en un cruce y que por eso habían tardado más. Poco a poco fue llegando el resto del grupo y los dos hermanos de Algeciras. Por la mañana habíamos tenido con ellos una especie de broma, pero muy cierta. Le decíamos que nosotros no necesitábamos GPS puesto que llevábamos a José que se conocía los caminos mucho mejor. Y cuando nos alcanzaron y nos contaron que se habían perdido les dije que eso no les habría pasado si llevaran un GPS como llevaba yo, por eso no me separaba de José. 

Fue un momento de risas y de charla muy bueno. Ya quedaba poco para llegar a las Escribanas y seguíamos todos juntos. Rellenamos agua y nos refrescamos en una fuente muy cercana al río Genal que cruzaríamos para empezar la subida a Genalguacil. Justo por aquí dos muchachas nos adelantaron y una de ellas comentó algo referente a Jubrique, yo le dije que nos faltaba el mismo camino para llegar aunque cuando iba diez metros por delante le dije que a ella le quedaba menos que a mí para llegar a Jubrique.

Pasamos por el río y había muchos niños de Benarrabá aplaudiendo. También un hombre mayor que 
se burlaba un poco de nosotros diciendo que íbamos muy lentos que así se venía el también con nosotros. Yo le dije que se viniera pero decidió quedarse allí bajo la sombra de un buen árbol. A un participante que iba delante le sentó mal esa broma pero para mí simplemente fue eso, una simple gracia.

Ya estábamos empezando la subida hacia Genalguacil y al poco de estar subiendo volvimos a encontrarnos a las dos muchachas, yo volví a decirles que nos quedaba lo mismo para llegar a Jubrique  pero cuando las adelantamos esta vez le dije que ya me quedaba menos a mí que a ellas. Entonces se rieron. Era ya una broma graciosa, porque sabía que cuando me adelantara le diría otra vez lo mismo.

Otra subida y otra vez José y yo estábamos mucho mejor subiendo que el resto, Fernando nos dejó paso y nos adelantamos los dos dejando al grupo un poco rezagado.

Llegamos a Genalguacil (otra meta más) tras una larga vereda José y yo solos, allí otra nueva alegría, amigos y familiares como mi tía nos esperaban para darnos ánimos. Nos preguntaron por el resto del grupo y les dijimos que no tardarían en llegar, comimos un poco de queso y membrillo, naranjas y agua y nuevamente José dando bulla… Me quité un par de chinos que se me habían metido en los tenis y mientras estaba sentado un fotógrafo me hizo un par de fotos, le encantó como llevaba los plátanos por fuera de la mochila enganchados con las cuerdas de fuera.

Salimos de Genalguacíl pensando en que nuestros compis Pepe, Fernando y Fali estarían al llegar y justamente entraron mientras nosotros nos alejábamos de allí. Ellos no nos vieron a nosotros, pero nosotros sabíamos que estaban cerca.

Continuamos para Jubrique, se nos abría delante un gran carril con unas vistas preciosas, íbamos solos y justo un fotógrafo que ya se iba nos echó su última foto de aquella zona y nos dijo que nos veíamos en Júzcar. Aún quedaba para llegar a Júzcar, nosotros solo pensábamos en Jubrique. 

Mientras continuábamos por el carril nos volvieron a adelantar varios corredores, entre ellos una chica a la que cuando nos adelantó me dijo que ya le quedaba menos que a nosotros para Jubrique. 

Al llegar al arroyo ya solo nos quedaba subir hasta el pueblo, allí nuevamente más niños de jubrique y más ánimos para subir. Parecía que las cuestas arriba se le atragantaban al personal y nosotros comenzamos nuevamente a adelantar a gente. Casi llegando al pueblo, en los últimos 500 metros nos topamos con nuestra “amiga”, “ya nos queda lo mismo para llegar a Jubrique” le dije, fuimos charlando con ella hasta Jubrique, tiene gracia, pero finalmente llegamos a la par.

Ya estábamos en Jubrique, primera gran meta alcanzada.


 Joaquín Moreno Ruiz.

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