Última
estación de la Semana de Pasión. Para los
Algatocileños un día muy esperado por
ser el día grande de nuestra Semana Santa, el de más renombre, el más
celebrado, el Día del Huerto.
En
este día, se representa por medio de símbolos como el huerto de ramos, la
figura del Niño recién Nacido o la búsqueda por parte de la Virgen María de su
Hijo por las calles del pueblo, entre otros, el pasaje de la Pasión en el cuál
las mujeres acuden al sepulcro donde no encuentran el cuerpo de Jesucristo,
descubriendo que ha resucitado de entre los muertos.
Es
un acto que congrega a muchos vecinos y visitantes en la Alameda del pueblo,
donde se lleva a cabo la tan tradicional carrera del trono de San Juan, primero
para informar a la Virgen del hallazgo y posteriormente, la carrera del trono
de la Virgen, en busca del niño entre las ramas del huerto...
Pero
este año la cosa no pintaba bien, ya que desde el comienzo de la semana, el
tiempo anunciaba un domingo lluvioso.
Aún
pareciendo ser tan claras las predicciones, y siendo la esperanza lo último que
se pierde, se trabajó un año más con las mismas ganas para disponerlo todo,
esperando que no se cumplieran los peores vaticinios.
Los
mayordomos y mayordomas, con varios vecinos y vecinas voluntarios, prepararon
como todos los años, con toda la ilusión que corresponde, los tronos, los ramos
de naranjas, el huerto con las ramas recogidas, el muñeco que representa a
Judas, la música, la bandeja con los licores...
Todo
el sábado se dedicó a la recogida de las naranjas y ramas por la mañana, por
parte de los mayordomos hombres; y por la tarde todos los demás menesteres
nombrados.
Este
año, el grupo de jóvenes se encargó de cuidar durante toda la noche de que todo
estuviera bien. Una vez dieron las 7 de
la mañana, se repican las campanas, anunciando que el Niño estaba siendo
“robado” del templo para trasladarlo al huerto en la Alameda.
Hasta
aquí todos los hechos se sucedieron como todos los años; pero en esta ocasión,
no se iba poder cumplir con la tradición completa; a pesar de muchos intentos
por parte de los mayordomos de poner toldos y plásticos, la fuerza con la que
caía el agua y soplaba el viento, era mayor que las ganas que le ponían de
seguir adelante. Así que no les quedó de otra que plantearse otras
alternativas.
Tras
una reunión con el párroco, se desestimó la posibilidad de preparar un pequeño
huerto dentro de la iglesia y que todos los actos se hubieran realizado allí a
techo cubierto. Por lo que no quedó de otra que, aprovechando un pequeña
escampada, instalar el trono con el Niño en el porche de la casa de Isabel
Ordóñez al lado del bar “Las Palmeras”, lugar donde estaban guardados los ramos
de naranjas y más cercano a la Alameda.
Allí
permaneció toda la mañana, y al son de la música que se instaló en la megafonía
del Ayuntamiento, fueron numerosos los vecinos que se acercaron a cumplir la
tradición como siempre se ha hecho.
Como
nativa del pueblo y amante de las tradiciones del mismo, me sentí orgullosa de
ver cómo a pesar de todo, eran muchos los vecinos y vecinas que acudieron a por
su ramo, a ofrecer su donativo, a tomarse una copita con los mayordomos y a
echarse la correspondiente foto con el Niño Jesús.
Aunque
se esperó durante todo el día, a que hubiera un ratito de tregua, se decidió no
procesionar a la Virgen ni a San Juan; siendo sobre las 6 de la tarde, cuando
en una breve “escampada”, se traslado a toda prisa el trono del Niño Jesús de
vuelta a la Iglesia, acompañado por los mayordomos que quedaban y algunos
vecinos.
Este
grupo de mayordomos y mayordomas se supieron superponer a los reveses
ocasionados por el clima y a los inconvenientes por parte del párroco. Haciendo
que en el Domingo de Resurrección de este año, aún siendo distinto, se siguiera
viviendo y cumpliendo esta tradición tan importante en Algatocín como es la del
Huerto del Niño.
Eli Barroso.